19.4.14

EL ZAPOTILLO...

Temacapulín y el agua desperdiciada 

Los pobladores de Temacapulín siguen en vilo. Hasta ahora ninguna autoridad federal o estatal ha ido al pueblo a darles la cara para decirles que su pueblo se va a inundar. Siguen en vilo, pero resistiendo.

Pero mientras la autoridad se empeñan en cometer una arbitrariedad, a los pobladores de Temacapulín debemos agradecerles que su tenaz resistencias ha logrado abrir el debate sobre la política del manejo de agua que hacen el Gobierno federal y estatal.

Gracias a ello, el movimiento de resistencia de Temacapulín ha sabido que la política de construcción de presas para manejo de agua de las cuencas es obsoleta, anclada en las viejas políticas económicas desarrollistas, y neoliberales de grandes inversiones en obras de infraestructura, supuestamente necesarias para atraer e incentivar la llegada de capitales. Esa política de manejo de los recursos hídricos da preponderancia a las actividades económicas por encima de las necesidades de las poblaciones.

En el caso de la presa El Zapotillo, sus supuestos están basados en que represar el agua de la cuenca del Río Verde es necesaria para garantizar actividades industriales y agropecuarias en Guanajuato y en Jalisco.

Si la prioridad fuera abastecer de agua potable a las poblaciones necesitadas de las zonas metropolitanas de León y Guadalajara, no se necesita El Zapotillo.

Lo ha dicho de una manera bastante clara el investigador de la Universidad de Guadalajara, Arturo Gleason. Si se utilizara adecuadamente el agua que mana de 30 veneros que existen en la zona metropolitana de Guadalajara, se podrían tener al año, dos veces el agua que supuestamente El Zapotillo brindaría.

“Guadalajara no requiere el Zapotillo, lo digo claramente, enfáticamente”, dijo Arturo Gleason en entrevista radiofónica.

“En Guadalajara hay un derroche del agua. Actualmente se tiran más de mil litros por segundo de manantiales a los drenajes. Más de 300 millones de metros cúbicos, el  equivalente de lo que sacamos a Chapala, se van mezcladas con aguas negras a la barranca (…) Esto habla de una inconciencia total por parte de la autoridad y una tendencia muy clara a privilegiar la construcción de obras que privilegian a un sector de la población nada más y dejando fuera a otros sectores y, por supuesto, no resolviendo el problema de fondo”.

Dejar de depender de las grandes presas y obras de infraestructura, implicaría comprometer a los ciudadanos en otra política de manejo del agua, a otra escala, por colonias o microcuencas,  de modo más descentralizado, pero que también de modo más democrático.

Si se impulsaran estas formas y nociones de manejo de agua, no se requerirían obras como El Zapotillo, pero también se cancelarían mega-proyectos que dejan miles de millones de pesos en ganancias para unas pocas empresas, técnicos y políticos que han impuesto la visión economicista y privatizadora del manejo del agua.

Todavía es tiempo de corregir la errada política que se expresa en la presa El Zapotillo, todavía es tiempo de hacerles caso a los pobladores de Temacapulín. No es sólo por ellos, es por todos. Por una política más sensata de manejo de agua

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