19.12.13

LA PREOCUPANTE REFORMA...

La preocupante reforma energética

Jorge Rocha.- Inmediatamente después de la aprobación de la reforma político-electoral, los legisladores federales aprobaron en menos de una semana la reforma energética. PRI, PAN,Jorge Rocha.- Inmediatamente después de la aprobación de la reforma político-electoral, los legisladores federales aprobaron en menos de una semana la reforma energética. PRI, PAN, Partido Verde y Nueva Alianza conformaron un bloque para lograr los cambios de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución. Lo primero que tenemos que señalar es que esta reforma no plantea una política energética de futuro y de Estado, no retoma de manera seria el impulso a las energías alternativas (solar y eólica) y el tema de la sustentabilidad en la producción energética está mencionado, pero no desarrollado suficientemente. La reforma aprobada se centra en permitir la inversión privada en todos los sectores de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y podemos aventurarnos a señalar que es el mayor proceso de privatización en México desde la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, cuando se realizaron las reformas al artículo 27 que permitieron la renta y venta de tierras.
Uno de los asuntos más preocupantes de esta reforma es que hasta el día de su primera aprobación la propuesta de Enrique Peña Nieto sólo hablaba de un tipo de contrato de riesgo, los llamados contratos de utilidad compartida, es decir, de alianzas comerciales entre empresas y el gobierno que se repartían las ganancias obtenidas luego de la extracción petrolera. En el último momento aparecieron dos figuras más de contratos de riesgo, los contratos de producción compartida y las licencias, donde no sólo se comparten ganancias, sino que las empresas se pueden adueñar del petróleo o gas extraído, es decir, se les puede pagar en especie. Junto con estos cambios, ahora podremos ver en el mercado energético nacional a empresas privadas compitiendo por servicios y productos contra Pemex y la CFE, que dejarán de ser empresas monopólicas y entraran a pelear el mercado con empresas privadas. El argumento mediático que utilizó el gobierno para su campaña pro-reforma es que los usuarios tendrán mejores servicios y mejores precios, es decir, que verán una disminución en los recibos de electricidad y gasolina. El problema es que en la experiencia mexicana de privatización (que se remonta a más de 30 años) esto nunca ha sucedido. Tres asuntos que resultan positivos de la reforma es que se crea el Fondo Mexicano del Petróleo que ayudará a que la renta petrolera sea utilizada de mejor forma, que la carga fiscal de Pemex pasará del 71 al 62% de sus ingresos y que el Sindicato Petrolero dejará de tener presencia en el Consejo de Administración de Pemex.
Otro de los serios problemas que presenta la reforma energética es que se aprobó sin conocer las leyes secundarias. En un asunto tan técnico y tan polémico era imprescindible que se conocieran los detalles de las nuevas figuras por lo que la aprobación constitucional sin la legislación secundaria presenta serios riesgos.
Los beneficios que anuncia el gobierno federal con la reforma no son significativos en términos crecimiento económico ni creación de empleos, ya que de acuerdo a la propia explicación del gobierno federal las metas son: “Generar cerca de un punto porcentual más de crecimiento económico en 2018 y aproximadamente dos puntos porcentuales más para 2025… crear cerca de medio millón de empleos adicionales en este sexenio y 2 millones y medio de empleos más a 2025”. Estas metas pueden parecer muy altas, sin embargo, si vemos las necesidades del país en este rubro, tenemos que decir que se requieren de un millón y medio de empleos por año (que representa un crecimiento del PIB del siete por ciento) para dar trabajo a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, es decir, el aporte de la reforma energética en este asunto es muy pobre comparado con las necesidades del país. Lo anterior resulta preocupante porque parte de la campaña mediática del Ejecutivo federal es que se crearán miles de empleos, dicho que representa una verdad a medias.
Los defensores de la reforma (políticos que sólo repiten dogmas neoliberales en formato de espot publicitario) traen a colación las experiencias de países como Noruega o Brasil para justificar estas modificaciones al marco normativo, sin embargo, no recurren a analizar la experiencia privatizadora en México ya que ésta ha sido negativa y en algunos casos muy nociva. Sólo por citar cuatro ejemplos: bancos, carreteras, sector rural y telecomunicaciones.
En el caso de los bancos, la privatización y el rescate bancario le dejó a México una deuda pública millonaria, los servicios financieros no son los mejores (bajos intereses al ahorro y altos intereses en los créditos) y además las principales instituciones bancarias terminaron en manos extranjeras. En lo referente a las carreteras, las privatizaciones también dejaron grandes deudas públicas y el Estado mexicano también tuvo que realizar un rescate carretero luego de las pésimas administraciones privadas. Ahora tenemos carreteras concesionadas muy caras y carreteras públicas en mal o pésimo estado. La privatización en el mundo rural condenó a muchas familias campesinas a la pobreza extrema y sistemática, perdimos la soberanía alimentaria y los únicos “ganadores” del nuevo sistema son los agronegocios exportadores, donde se han documentado numerosos casos de violaciones a los derechos humanos y laborales de los trabajadores. En telecomunicaciones el resultado es que se crearon grandes monopolios que no mejoraron la calidad en los servicios, que en el caso de la telefonía los precios son caros o en la televisión la calidad de las producciones no fueron una alternativa frente al consorcio privado. Es decir, los procesos privatizadores en México no han logrado lo que prometen, no se convirtieron en palancas del desarrollo y no resolvieron ni la pobreza ni el desempleo. No hay argumentos empíricos sólidos que sostengan las afirmaciones de las bondades de los defensores de la reforma energética porque finalmente no están haciendo nada diferente a lo que han hecho las últimas tres décadas, decir lo contrario sí es ideologizar el tema.
Aprovecho estas líneas para desearles a las y los lectores de La Jornada Jalisco unas felices fiestas decembrinas y un estupendo año 2014. Tomaré un pequeño receso y nos vemos hasta enero.

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