11.11.12

TOXIC TOUR

“Toxic Tour” El Salto

En su página electrónica, la agencia de viajes virtual Toxic Tours desplegó sus ofertas de una manera singular durante el pasado mes de octubre: “Ven y descubre los ríos más contaminados de México; pesca peces muertos, haz snorkel en aguas infestadas de petróleo y surfea en olas tóxicas”.
Y aunque a primera vista parecía una broma, el propósito de esa campaña impulsada por la organización Greenpeace fue crear conciencia entra la población sobre las dimensiones de la contaminación del agua en México, por lo que incluyó “una visita guiada” por las aguas tóxicas del río Lerma-Santiago, en el municipio de El Salto.
Desde finales de septiembre en el portal de noticias alternativas Pijama Surf se subió una nota titulada “Destinos contaminados: el turismo que viene”, en la cual mencionaba a El Salto entre las atracciones turísticas más intoxicadas del mundo, al lado del área radioactiva de Chernóbil, en Ucrania, y la zona industrial de Vernon, en Los Ángeles.
Desde hace tres años, la asociación Un Salto de Vida organiza de manera periódica visitas guiadas al río Santiago para que ciudadanos, estudiantes y grupos sociales conozcan de cerca la problemática ambiental del área.
Sofía es una de las coordinadoras. A sus 24 años esta esbelta joven conoce “los caminos tóxicos” del municipio mejor que nadie. Creció en un entorno aledaño a una zona industrial, lo que le permitió detectar los puntos críticos donde el denso aire contaminado y el agua envenenada permean el ambiente.
Viaje al exparaíso

Son las tres de la tarde del último viernes de octubre. El sol calienta en el corredor industrial que va desde la cabecera municipal hacia Las Pintas.
Se inicia el tour. El paisaje luce desarbolado, lo que sobresale es el concreto. Unos tubos gigantescos adornan el horizonte. Alrededor los logos de las empresas Hershey’s México, IBM, Honda, Urrea, Agromex, separadas sólo por unas diminutas casas de interés social recién inauguradas.
“Aquí eso es lo que verás, fábricas y casas. Entre más fábricas se instalan en cualquiera de los seis corredores industriales que conectan al municipio, más fraccionamientos nuevos autorizará el gobierno. Esa es su política”, dice Sofía, al tiempo que señala el extenso paisaje de masas metálicas.
El Salto hace honor a su nombre. Las grietas, baches y topes se distribuyen a lo largo del asfalto, incluso en las subidas. El trayecto a Las Pintas de Arriba, una localidad de 45 mil habitantes que pertenece al municipio, se cubre en 20 minutos. Hoy, su mayor atractivo es la presa. Antes hubo ahí un paraíso acuático.
Del agua verdosa estancada emana un olor putrefacto, aun cuando no hay lirio ni espuma. Ese eslabón de la cadena de contaminación que lleva al río Santiago sirve hoy de chapoteadero para niños y jóvenes que nadan tranquilamente. Parece no importarles que en el agua se mezclen las descargas municipales de El Salto, así como sustancias químicas de pequeñas y medianas industrias de la zona.
“Voy llegando de Estados Unidos –dice un joven que se unió al tour–. Una señora me dijo que aquí está contaminado, pero si lo estuviera no habría peces vivos, ¿no? Ahorita llevamos tres para comer; ojalá no nos hagan daño porque, si es cierto eso que dicen, pues pinche gobierno que no pone ni un puto letrero de que aquí no es para pescar, ¿no? ¿O a poco ni eso puede hacer?”, agrega.
De acuerdo con Un Salto de Vida, en Las Pintas, donde se acumula el agua procedente del arroyo El Ahogado, se observan residuos de metales pesados y desechos químicos adheridos al lodo del fondo de la presa y a las escamas de los peces. Es precisamente en esa represa que abarca 870 hectáreas a donde llegan las descargas industriales y fecales.
En Las Pintas y en la región del Salto aún esperan que el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), los ayuntamientos de Tlaquepaque y Tlajomulco, la Comisión Estatal del Agua (CEA) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) saneen la región.
Según los lugareños, en 2011 invirtieron más de 190 millones de pesos para colocar un colector que atraviesa el canal de Las Pintas por abajo y desvía gran parte de los desechos urbanos de dichos municipios a la planta de tratamiento de aguas residuales del Ahogado.
Sin embargo, el colector sólo atraviesa la presa, pero la planta no trata el agua de Las Pintas, pues ésta se encuentra río abajo de la planta del Ahogado. Los vecinos de la zona sostienen que las descargas industriales y municipales que se realizan en la zona no son atendidas. Eso sin mencionar la mala calidad del aire en la zona provocado por la quema de combustibles, lo que convierte a la zona de Las Pintas en una de las más contaminadas de la metrópoli.
Lo que sucede en la planta de tratamiento se observa desde fuera. En ese camino terregoso, colindancia de El Salto con Tlajomulco, muy cerca del fraccionamiento Villas de la Alameda, la fetidez invade el ambiente, pues por ahí corre el agua con residuos fecales cubierta por una capa lamosa procedente del canal del Ahogado.
A 100 metros de distancia, a espaldas de los gigantescos contenedores metálicos de ingeniería industrial construidos para limpiar el agua, el líquido del canal se une al que fluye desde la planta de tratamiento El Ahogado; la mezcla continúa río abajo, hacia la Azucenas, en El Salto.
En ese lugar murió el menor Miguel Ángel López Rocha en 2008 a causa de la intoxicación de arsénico que sufrió tras caer al río Santiago. “Como podrás ver –comenta Sofía–, aquí el agua tratada se revuelve con el agua del río. La que no es tratada contiene sustancias tóxicas de las industrias y de las descargas municipales de El Salto”.
Comenta que ni siquiera la que recibe tratamiento está libre de tóxicos, pues por lo general sólo se le quitan la espuma y el mal olor a las aguas negras. Comenta también que los más de 100 kilómetros de colectores que desembocan en la planta no han servido para que la industria y el municipio de El Salto dejen de descargar al río y vuelvan a contaminar el agua tratada.
Si bien en la planta aseguran que se da tratamiento a buena parte de las aguas negras de la zona metropolitana de Guadalajara, la mitad de las delegaciones del Salto –San José del Castillo, San José del Quince, las Azucenas y la cabecera municipal– siguen descargando sus aguas residuales directamente al río.
En contraste con el discurso oficial, la planta de tratamiento no ha beneficiado a la comunidad de El Salto, donde se concentra precisamente el mayor número de descargas tóxicas de la industria, como mercurio, plomo, arsénico, cianuro, níquel y cadmio, entre otros, así como los del propio municipio.
Pero es en la cascada de El Salto de Juanacatlán donde se concentra el mayor número de tóxicos. En temporada de lluvias, el olor a cloaca y los remolinos de espuma deprimen a cualquiera que visite el lugar, comenta.
Lo que antaño fue un paraíso natural, hoy es una superficie erosionada, amurallada por las autoridades municipales para ocupar sus sucios manejos, se quejan los lugareños.

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