21.6.10

La amenaza de la desertificación

Los suelos ricos del mundo mueren lentamente. Un proceso que la mayoría de la gente desconoce, llamado desertificación, le quita fertilidad a la tierra, degrada y pierde para siempre fuentes de agua y mata la vida animal y vegetal. La acción del hombre es la responsable pero los efectos del cambio climático potencian sus efectos catastróficos. Los medios de subsistencia de más de 1.000 millones de personas en 100 países están en juego. La estabilidad económica y social del planeta depende en gran medida de la fragilidad de la tierra.
En todo el mundo, la desertificación de los suelos lleva a la sed y  el hambre. La ONU advirtió que este proceso, combinado con la pobreza,  podría derivar en conflictos y guerras - AP
En todo el mundo, la desertificación de los suelos lleva a la sed y el hambre. La ONU advirtió que este proceso, combinado con la pobreza, podría derivar en conflictos y guerras - AP

A muchos africanos poco les importa cuándo se celebra el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía. A miles de campesinos del continente les preocupan mucho más los dictámenes del cielo. Nubes significan buenas noticias. Sol, más hambre y sed.

Las historias abundan, desde Kenia hasta República del Chad, desde Mauritania hasta Nigeria. El 46 por ciento del territorio africano sufre los problemas de la desertificación. Gente que entierra a sus hijos muertos por el cólera, largas caminatas de kilómetros para conseguir agua, ganado muerto, futuro incierto.

La degradación de los campos lleva al hambre, el hambre a la muerte. La consecuencia lógica de una realidad cruda hace cotidiano y permanente lo que debería ser excepcional y pasajero. La gente se acostumbra a vivir sin comer y sin beber. Hace más calor y los ríos están más secos.

TIERRA FÉRTIL, TIERRA DESIERTA
Durante los últimos 40 años casi un tercio de las tierras cultivables del mundo han dejado de ser productivas. Más de mil millones de personas viven en las zonas áridas del planeta. Casi las tres cuartas partes de las zonas de pastoreo muestran ya síntomas de desertificación.

La desertificación fue definida por la ONU en 1994 como el problema ambiental y de desarrollo más grave que vive la humanidad. Su avance produce sequía y empobrecimiento en todo el mundo.

Pero no es solo el cambio climático el culpable de la desertificación de las zonas cultivables. La mano irresponsable del hombre es muchas veces la causante de este problema que el cambio climático agrava.

La extensión de los desiertos a tierras productivas obedece a que la presión ejercida por los suelos, vegetación y climas extremos como la sequía, supera en mucho su capacidad de soporte. Las tres principales causas de la desertificación suelen ser el sobrepastoreo, la deforestación y las prácticas de una agricultura no sustentable. Estamos ante un problema ambiental y socioeconómico de alcance planetario que exige nuestra atención. La mano del hombre puso a la biodiversidad en peligro. Los efectos del cambio climático la amenazan aún más.

UN PROBLEMA MUNDIAL
En España los últimos 50 años han visto una buena política de forestación, pero la organización Greenpeace asegura que el avance en la lucha contra la desertificación es “nulo” y que el país sufre "gravísimos" problemas de erosión. Según la organización ecologista, el país sigue apostando por la agricultura intensiva, incluso en las regiones más frágiles, y sobreexplota los recursos hídricos -sobre todo los acuíferos- poniendo "en peligro de muerte" parques naturales como el de las Tablas de Daimiel o el de Doñana.

En Guantánamo, Cuba, cerca de 40 mil hectáreas erosionadas y con signos de desertificación fueron sometidas a procesos de conservación. En la zona que muchos llaman “el semidesierto cubano” la aridez y el calor son los dueños de casa. Es la zona de la isla en la que menos llueve. Ahora, gracias a la plantación de especies que los campesinos desconocían y la construcción de embalses de agua y otras inversiones hidráulicas, la región puede volver a soñar con ser productiva.

En Venezuela se empezaron a utilizar prácticas ancestrales para el enriquecimiento de los suelos de cada zona específica. Con esta idea las comunidades que habitan en zonas de clima seco pueden formar parte de un programa educativo que los orienta sobre cómo mitigar y adaptarse a los efectos de la desertificación, la sequía o el cambio climático. También el Ministerio de Ambiente venezolano instauró el programa Misión Árbol, que conserva y recupera los suelos mediante la reforestación y plantación de especies adaptadas a cada superficie.

En México la grave desertificación afecta a dos de cada tres hectáreas del territorio y representa una pérdida económica de casi el 10 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). El desierto ocupa casi el 40% de la superficie nacional.

En Argentina las regiones de la Puna, el Chaco, los Valles Áridos, el Centro Oeste y la Patagonia sufren un proceso de desertificación que avanza de manera preocupante. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el 80 por ciento del territorio del país está sometido a actividades agrícola-ganaderas. Se trata de unas 224 millones de hectáreas. De ese total, más de 60 millones están sometidas a procesos erosivos. El número sube en 650 mil hectáreas cada año.

¿LAS “GUERRAS SECAS”?
El secretario general de la ONU, Ban Ki Monn, alertó esta semana que la "pertinaz presión" causada por la sequía, el hambre y el agravamiento de la pobreza "amenaza con desencadenar tensiones sociales" que, a su vez, pueden originar fenómenos de migración involuntaria, desintegración de comunidades, inestabilidad política y conflictos armados.

"El cambio climático no hará más que agudizar todas esas presiones", agregó Ban, quien recordó que más de 1.000 millones de personas pobres y vulnerables viven en las zonas áridas del planeta.

En una conferencia de prensa Ban explicó que casi las tres cuartas partes de las zonas de pastoreo muestran síntomas de desertificación ya que durante los últimos 40 años, cerca de un tercio de las tierras cultivables del mundo dejaron de ser productivas y, en muchos casos, quedaron abandonadas.

EL CAMBIO POSIBLE
El uso irracional de los terrenos, los incendios forestales, las prácticas inapropiadas de cultivo o pastoreo, la salinización después de largos períodos de riego, la impermeabilización y la compactación del suelo, fomentan la desertificación. El cambio climático hace el resto.

Cuando los recursos naturales y el sistema socio-económico que los explota se fundan en una idea sustentable el problema de la desertificación habrá sido resuelto. No es imposible, muchas regiones y gobiernos lo hacen con éxito. Lo importante, como siempre, es tener la voluntad y el conocimiento para actuar a tiempo.

El Secretario General de la ONU no podía ser más claro al respecto: “Reafirmemos nuestro compromiso en la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras y en la mitigación de los efectos de la sequía, y reconozcamos que cuidar de nuestros suelos equivale a cuidar de la vida en la Tierra.”

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