31.5.10

El que lo rompe lo paga

Por causas aún sin esclarecer hubo una explosión que provocó la muerte de 11 operarios que trabajaban en la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, y el posterior hundimiento de la plataforma en aguas del golfo de México

Por Ambientum.com
redaccion@ambientum.com

La mancha de mora roja con verde se quita

Ha pasado ya más de un mes desde que tuvo lugar el accidente en la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, propiedad de la petrolera British Petroleum. Por causas aún sin esclarecer hubo una explosión que provocó la muerte de 11 operarios que trabajaban allí, y el posterior hundimiento de la plataforma en aguas del golfo de México. Inmediatamente se inició el vertido del petróleo que se estaba extrayendo, que según BP no era tan grave en un principio. Las diversas fuentes no se ponen de acuerdo sobre el caudal de dicho vertido; unas hablan de 5.000 barriles diarios, otras de 90.000. Un caso parecido al conductor ebrio que, tras las inquisitivas preguntas de los guardias de tráfico responde: habré bebido un par de copas…ó 30, pero no estoy borracho. Vista la imposibilidad de dictaminar quién está en lo cierto, se puede resumir que el caudal del vertido es una “burrada” de grande, y ahí sigue, soltando hidrocarburo a chorro.

Barrera mecánica en el Delta del Mississippi

Barrera mecánica en el Delta del Mississippi

Tras el accidente y con una flagrante falta de diligencia, BP inició las tareas de reparación del orificio. Una de las primeras medidas que se tomaron fue la de tratar de tapar la brecha mediante una campana de acero, pero la medida falló y el petróleo continuó saliendo. Paralelamente a la campana, intentaron hacer uso de enormes mallas para confinar la mancha y que ésta no se extendiera para, más tarde, proceder a su recogida mecánica. A los pocos días de la explosión, la mancha ya se extendía unos 5.200 km2 sobre la superficie marina. Me pregunto qué clase de malla usaron para cercar una mancha de tamaña magnitud (aproximadamente la superficie de la comunidad autónoma de Cantabria); haciendo un cálculo rápido harían falta unas 216 millones de redes de porterías de fútbol. De modo que se vayan preparando los porteros de medio mundo para ir a recoger los balones que les marcan hasta la grada, porque es posible que no haya redes suficientes para sus porterías. Otra de las medidas correctoras que BP aplicó sobre la gran mancha fue la de rociarla con millones de litros de dispersantes químicos, que separan y rompen la estructura del petróleo y facilitan la labor de las bacterias que lo digieren; pero claro, estos dispersantes pueden ocasionar otro desastre ecológico de enorme magnitud sobre los ecosistemas marinos, por lo que dejaron de usarlos. En esta ocasión no sirvió aquello de “la mancha de mora roja, con verde se quita”. Otra de las ideas para contener la expansión del lamparón oceánico fue la de pegarle fuego, directamente. Claro, si es un combustible y lo quemo, el combustible desaparece; si no que se lo digan a los conductores, que cada dos por tres tienen que repostar para seguir adelante. El problema de esta medida es que quemando una superficie como la de Cantabria, sale algo de humo, y no sé si será bueno para aquel otro problemilla… ¿cómo se llamaba? Ah sí, efecto invernadero. Volviendo al tema de la limpieza textil, sería como limpiar una mancha cogiendo unas tijeras y cortando el trozo afectado. Podría continuar enumerando las “soluciones” que BP ha propuesto y ha aplicado para tratar de luchar contra la gran mancha. Pero sólo serviría para que se me ocurrieran más metáforas absurdas y no quiero aburrir a los lectores.

Operaciones de reparación en la zona del accidente

Operaciones de reparación en la zona del accidente

La nulidad organizativa ante una crisis como esta no se limita al reciente accidente del golfo de México. El desastre del buque Canyon en 1967, el del Exxon Valdez en 1989 o el del Prestige, en 2002, son sólo algunos ejemplos de accidentes petrolíferos, donde las autoridades mostraron una iniciativa ampliamente deficiente ante la crisis. La solidaridad y el compromiso ciudadano sirvieron de ejemplo ante toda la sociedad por sus tareas de limpieza y cooperación. No obstante, poco pueden hacer uno o mil cepillos con Mistol ante un vertido de 77.000 toneladas de crudo.

Tras todo lo anteriormente expuesto, se me plantea una terrible duda. Aunque es más bien una certeza velada, parecida a la que atormenta al niño que se huele que los Reyes Magos no son reales, pero trata de negarlo para así continuar viviendo en la dulce e infantil ignorancia. Consta que todas las petrolíferas cuentan con un libro gordo y enrevesado que se llama manual de crisis. Estos manuales tratan de anticiparse a todas las posibles contingencias que puedan acontecer ante su delicada actividad y ofrecer soluciones y medidas de actuación concretas y adecuadas. Estas medidas cuentan con enormes presupuestos (BP lleva gastados unos 600 millones de euros en tareas de limpieza) y grandes despliegues técnicos y humanos. Pero al final siempre acaban apareciendo las hordas de voluntarios desinteresados con sus cepillitos y su Mistol.

Sólo queda esperar al próximo vertido

Me pregunto hasta qué punto el despliegue de las petroleras ante los vertidos es realmente útil y efectivo. Me pregunto también si estos enormes presupuestos están aprobados de antemano con la certeza de que tarde o temprano ocurrirá un accidente. ¿Tendrán una “hucha” destinada para estas cosas? Luego me planteo lo siguiente: ¿es posible realmente evitar los accidentes derivados de las extracción, transporte y uso del petróleo o, sencillamente, se cuenta con ellos y de ahí la existencia de la “hucha”? Y lo último: ante los desastres naturales que se generan, ¿existe alguna solución o todo el esfuerzo es en vano? Tras formularnos todas estas preguntas sin respuesta, sólo podemos esperar al próximo vertido. Porque desgraciadamente, esto sí es seguro. Habrá un nuevo vertido en alguna parte. Las incógnitas son: cuándo será, dónde ocurrirá o cuántos ecosistemas destruirá. Mientras tanto, las petroleras siguen explotando sus yacimientos y buscando otros nuevos. Porque cualquier desastre es aceptable, mientras queden recursos por explotar y una sola gota de petróleo por quemar. Las empresas continuarán pagando millonadas para tratar de arreglar los accidentes que sus actividades ocasionan, y es que en este tema se aplica aquello de: “el que lo rompe lo paga”. Pues nada, se paga. Será por dinero

Algunos de los vertidos más graves

Responsable del vertido Lugar vertido Fecha Cantidad vertida, en toneladas
Guerra del Golfo(Iraq, Kuwait, Arabia Saudita) Golfo de México 23 de enero de 1991 1.770.000
Ixtoc I Golfo de México 3 de junio de 1979 - 23 de marzo de 1980 467.000
Atlantic Empress - Aegean Captain Mar Caribe (Trinidad y Tobago) 19 de julio de 1979 287.000
Fergana Valley Uzbekistán 2 de marzo de 1992 285.000
Nowruz (plataforma) Irán 4 de febrero de 1983 260.000
ABT Summer Océano Atlántico a 1.300 km de la costa (Angola) 28 de mayo de 1991 260.000
Castillo de Bellver Bahía de Saldanha (Sudáfrica) 6 de agosto de 1983 252.000
Urquiola A Coruña (España) 12 de mayo de 1976 100.000
Prestige Costa da Morte (España) 13 de noviembre de 2002 63.000
Exxon Valdez Prince William Sound, Alaska (EEUU) 24 de marzo de 1989 37.000
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2 comentarios:

andres dijo...

no hay vuelta atras , tras accidentes como estos toda el area queda contaminada de forma subita

Anónimo dijo...

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