24.2.10

El buche

Sin pedir audiencia

Carlos Martínez Macías

  • 2010-02-24•Acentos

En la plaza principal de El Salto con los vientos de febrero, es posible recibir a todas horas el pestilente olor de las aguas del río Santiago. Este hedor es el indeseable invitado de todos los días a las casas de la cabecera municipal y de los recientes fraccionamientos que por extrañas razones fueron autorizadas en los márgenes del río.

Durante otras épocas del año, las aguas jabonosas y contaminadas del río lanzan espumas que vuelan y caen en las calles y jardines ante el alborozo de los chiquillos que corretean para atraparlas.

Hay testimonios de familias que cuentan de infecciones en la piel y de misteriosas muertes por tumores y cánceres que atribuyen al contaminado vecino de aguas venenosas.

Pese a todo esto, la Secretaría de Salud en Jalisco mediante una “encuesta” determinó que no hay riesgo sanitario para los habitantes de El Salto y que la gente se está muriendo de lo mismo que se muere en otras poblaciones y que incluso se mueren más en alguna delegación de Tonalá donde no tienen río.

Las desafortunadas declaraciones del secretario Alfonso Petersen Farah al dar a conocer el resultado de los citados estudios, se suman a una lista de tropiezos en su regreso a la dependencia que confirma el refrán popular de que “nunca segundas partes fueron buenas”.

El segundo aniversario de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha al caer en las aguas contaminadas del Santiago que en su momento las autoridades quisieron ocultar, motivó el pasado 13 de febrero una sentida manifestación de los vecinos de El Salto que culpaban al gobierno de ser el principal responsable de la tragedia.

Con su frialdad habitual los medios dieron cuenta de los reclamos y luego cedieron el espacio a otros temas. Pero el rostro moreno de Miguel Ángel de mirada limpia y sonrisa fresca que portaban en las mantas los manifestantes, tendría que calar hondo en quienes la vieron.

No es el caso de la autoridad que insensible a dos años de distancia de la muerte del menor, sigue sin tomar decisiones de fondo y hacer los reclamos necesarios al gobierno federal para que asuma su parte en la contaminación del río Santiago.

Al contrario, con estudios como el que reveló Alfonso Petersen, buscan minimizar los estragos de la podredumbre. Visto a la distancia, tal vez hubiera sido más “científico” aceptar el famoso buche de agua que propuso conocido industrial a la encuesta aplicada por la Secretaría de Salud.

martinezmcarlos@hotmail.com

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