30.12.08

Mama TV 
Mama technicolor: sin tí no soy nada

 
 

Televisión, interacciones sociales, territorio y poder

La televisión como fenómeno social recibe escasas críticas en comparación con el enorme poder del que dispone para autopromocionarse. Aún así las pocas críticas que sobre ella se vierten suelen centrarse en la facilidad con la que puede realizar una manipulación partidista (se menciona menos la manipulación ideológica), en lo indeseable de algunos de sus contenidos, en especial los violentos, y en la frecuente falta de calidad y la trivialidad de muchas de sus propuestas (telebasura). Las propuestas derivadas de estas críticas se centran a su vez en una mayor democratización de sus estructuras, en la autocensura ética de alguno de sus contenidos, en una tibia llamada a la calidad de sus programas y en un repertorio de propuestas educativas para “ver mejor” la televisión con una perspectiva más crítica.

De lo que no se habla casi nunca es de las repercusiones sociales, políticas, psicológicas y ecológicas de la televisión en sí misma, como bombilla de colores, que es mirada por millones de personas durante una media de tres horas y media al día.

La televisión es un aparato especialmente eficaz para suprimir millones de interacciones entre las personas y todo lo que la interacción produce: conocimiento, lenguaje, comunicación, estructuras de relación, afecto, contacto, conflicto, creación, organización social y poder.

Es igualmente eficaz (en interacción con otros factores ) para retirar a las personas del territorio próximo perdiendo con ello la observación directa, el conocimiento, las representaciones locales, las referencias físicas, la responsabilidad y el cuidado del mismo.

Basándose en la dificultad que el cerebro tiene (y en especial el sistema emocional) para distinguir entre la realidad y las imágenes virtuales, la televisión desplaza las interacciones de las personas entre sí y con el territorio, y las sustituye por la contemplación de un espacio virtual en continuo movimiento, cuyas imágenes han sido seleccionadas y manipuladas intencionalmente por unas pocas personas al servicio, en última instancia, de la comercialización a gran escala.

La televisión mientras, desarticula las redes naturales de relación social, desplaza las preocupaciones al espacio virtual y esconde el deterioro del espacio real. A su vez consigue, con una eficacia desmesurada y sin que se note mucho, acelerar la concentración de poder sobre la realidad misma.

Para poder dar cuenta de algunos de estos fenómenos comentados, el artículo presenta en primer lugar algunos datos significativos sobre la visualización de la televisión, en segundo lugar aborda los mecanismos psicológicos en los que se basa esta tecnología, en tercer lugar se plantean las consecuencias que de esta tecnología se derivan para las relaciones interpersonales, la concentración de poder, las representaciones sociales y el territorio. Por último, se presentan una serie de reflexiones sobre lo que podría hacerse a este respecto.

Fernando Cembranos Díaz. Psicólogo y Sociólogo

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