25.2.08

El Santiago, río no apto para la vida


Muestreo para Público detectó poco arsénico; buena radiografía requiere muchos estudios: expertos

Nivel de varios contaminantes básicos está por arriba de la norma.


25-Febrero-08


Nadie se baña dos veces en el mismo río, afirmó el filósofo griego Heráclito: los ríos son cuerpos de agua en movimiento; es imposible saber lo que llevaba el Santiago el 25 de enero pasado, cuando el niño Miguel Ángel López habría caído en las aguas del torrente. Una muestra de agua que Público encargó al Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del estado de Jalisco, AC (Ciatej), arrojó que el arsénico (As) está presente en las aguas que colindan con la comunidad de La Azucena, aunque el 8 de febrero de 2008, a las 14:00 horas, estaba una cuarta parte abajo de los límites máximos que establece la Norma Oficial Mexicana (NOM) 001-ECOL-1996.

En ese momento, la concentración de As se encontraba a la mitad de lo que la NOM establece para el uso público urbano del agua y la preservación de la vida acuática. Eso ocurría catorce días después del accidente que, se presume, le costó la vida a Miguel Ángel, quien cayó en coma por una intoxicación aguda de arsénico (As). Se desconoce lo que pasó por el Santiago un minuto antes y un minuto después.

Según la muestra —que no se acerca a un estudio formal del río ni siquiera en esa zona, advierte el director Adjunto de Investigación y Desarrollo del Ciatej, Ricardo Cosío Ramírez—, el As está dentro de norma en el parámetro “uso en riego agrícola”, el más permisivo (ver gráfico).

Otro metal venenoso, como el mercurio, también estaba dentro de lo permitido para ese rubro, pero se encontraba en el límite máximo para el uso público urbano (UPU) y la preservación de la vida acuática (PVA). Lo mismo ocurría con el cromo.

El resto de los metales pesados que la NOM 001-ECOL-1996 regula salieron por debajo de los límites permitidos.

Una aclaración: en La Azucena la muestra se tomó en el agua; ese día, a los técnicos del Ciatej les fue imposible obtener sedimentos (lodos), donde se acumulan los metales pesados y desde donde pueden incorporarse repentinamente a las aguas cuando hay una acumulación considerable de manganeso, y en el Santiago hay mucho manganeso, según el estudio que realizó la Universidad de Guadalajara en 2005.

En los resultados del Ciatej, el río no salió bien librado en la presencia de otros contaminantes de los llamados básicos (que se pueden degradar con tratamientos convencionales). Las grasas y aceites sobrepasan 84 por ciento la norma para el uso en riego agrícola; la demanda bioquímica de oxígeno es de más del doble en el parámetro más permisivo; los sólidos suspendidos totales sobrepasan la medida; representan 60 por ciento más del máximo permitido para UPU y exceden 265 por ciento el máximo para la PVA, lo que convierte al Santiago en un río muerto o no apto para la vida.



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Ricardo Cosío, la química farmacobióloga del Ciatej y el doctor en Ciencias Biomédicas de ese centro, Martha Rentaría y Eduardo Padilla, advierten que se deben realizar estudios sistemáticos a lo largo del Santiago para tener una radiografía precisa del torrente.

El presidente de Comunicación y Educación para mesoamérica de la Unión Mundial para la Naturaleza, Arturo Curiel Ballesteros, añade que las NOM sobre medio ambiente deben ajustarse en medida que surgen evidencias nuevas sobre los efectos a la salud humana —la que se usa hoy data de 1996—. “Urge un ajuste”.

Critica: las NOM no consideran la vulnerabilidad de los niños, aunque la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda que se adecuen a la salud de los menores ante diversos tipos de exposición a los contaminantes.

El también coordinador de la Cátedra del Agua de la UdeG añade que las normas oficiales analizan los elementos (en este caso los metales), más no las sinergias cuando están presentes dos o más de ellos. Quizá, dice, el arsénico que hay en el agua del río Santiago no es letal por sí solo, pero sí cuando se combina con otros contaminantes del torrente, lo cual puede potenciar los efectos con dosis pequeñas.

La coordinadora de la Maestría en Salud Ambiental de la casa de estudios, Guadalupe Garibay Chávez, observa que ciertas mezclas de metales son más venenosas que un elemento por sí solo.

A eso se suma la calidad de los muestreos. La nueva tecnología, todavía en desuso en la región, permite colocar en los cuerpos del agua recipientes que obtienen una cantidad de líquido cada determinado tiempo y permite un análisis más completo.

En síntesis, falta ajustar las normas, estudiar qué mezclas de contaminantes del río pueden ser letales y tener sistemas más modernos de muestreo.

Lo único seguro es la OPS advierte que en estos tiempos la polución es la que más enferma y mata a los seres humanos, con independencia de su nivel y tiempo de exposición.


Guadalajara•Vanesa Robles

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